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LA TRIPLE HÉLICE Y LAS GESTIÓN DE LA ALTA DIRECCIÓN.

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LA TRIPLE HÉLICE Y LAS GESTIÓN DE LA ALTA DIRECCIÓN.

 

Mtro. Orlando Antonio Trujillo Rivera

2 de abril de 2024

 

Introducción:

El concepto de "trabajo con propósito" trasciende a la ejecución de responsabilidades laborales. Implica la búsqueda de un sentido más profundo en las actividades cotidianas, alineando los esfuerzos individuales con los objetivos y valores organizacionales. Cuando los empleados perciben que su trabajo tiene un impacto positivo y contribuye a un bien superior, experimentan niveles más elevados de satisfacción laboral y motivación intrínseca.

 

Esta alineación entre las aspiraciones personales y los propósitos institucionales genera un contexto propicio para el compromiso, el desempeño óptimo y el crecimiento profesional.

En consecuencia, fomentar un trabajo con propósito se ha convertido en un factor clave para el éxito organizacional y el bienestar de los colaboradores en el entorno laboral contemporáneo.

 

En la actualidad, el panorama laboral se encuentra en constante evolución, impulsado por factores disruptivos como la tecnología, la globalización y el cambio climático. Estos factores han transformado de manera significativa las demandas y expectativas de los empleados, obligando a las organizaciones y líderes a adaptarse y desarrollar nuevas habilidades para prosperar en este entorno dinámico y competitivo.

 

Un estudio reciente de PwC reveló que el 72% de los CEOs a nivel mundial consideran que la adaptabilidad es la habilidad más importante para los líderes del futuro. La capacidad de ajustarse a los cambios, innovar y tomar decisiones estratégicas es fundamental para mantener la competitividad empresarial en un mercado en constante transformación.

 

En este contexto, el desarrollo de habilidades de liderazgo efectivas se ha convertido en una prioridad para las organizaciones, las instituciones académicas y los gobiernos. Para abordar esta necesidad, es fundamental comprender el papel que desempeñan los diferentes actores involucrados en la formación y desarrollo de los líderes del mañana.

 

Actores clave en el desarrollo de habilidades de liderazgo.

Universidades

Las universidades y escuelas de negocios juegan un rol crucial en la preparación de líderes capaces de enfrentar los desafíos del futuro. Ante la rápida evolución del entorno empresarial, estas instituciones deben adaptar sus planes de estudio para reflejar las nuevas realidades del mundo laboral.

 

La inclusión de temas como la disrupción tecnológica, la transformación digital, la inteligencia artificial, la economía circular, la ética empresarial y la gestión del cambio se vuelve imprescindible. Estos temas brindan una comprensión más profunda del entorno actual y preparan a los estudiantes para liderar en un mundo empresarial que demanda una visión más amplia y holística.

 

Además, las universidades deben ofrecer programas académicos y extracurriculares que desarrollen habilidades y competencias clave para el liderazgo efectivo en el siglo XXI. La adaptabilidad, la creatividad, el pensamiento crítico, la inteligencia emocional, la capacidad de trabajo en equipo y la toma de decisiones éticas son algunas de las habilidades esenciales que los líderes del futuro deben poseer.

 

Un estudio realizado por la Universidad de Harvard en 2023 encontró que los estudiantes que participaron en un programa de desarrollo de habilidades transversales mostraron una mejora significativa en su capacidad de liderazgo, trabajo en equipo y comunicación. Además, tenían más probabilidades de obtener un empleo y estar satisfechos con su trabajo después de graduarse.

 

Empresas

La empresa, como espacio de trabajo y desarrollo profesional, puede convertirse en un laboratorio de liderazgo donde se fomenten e impulsen las habilidades y valores necesarios para afrontar los desafíos del mundo actual. A través de la implementación de estrategias que promuevan una cultura de aprendizaje continuo, la innovación, la colaboración, la responsabilidad social y el liderazgo ético, las empresas pueden contribuir a la formación de líderes íntegros y preparados para el éxito.

 

Cultivar la responsabilidad social y el liderazgo ético en las empresas es fundamental. Algunas estrategias efectivas incluyen la implementación de prácticas responsables con el medio ambiente y la sociedad, así como programas de voluntariado que incentiven la participación de los empleados en acciones de impacto social. Además, ofrecer programas de formación en ética empresarial permite que los líderes se comprometan con el bienestar social y ambiental, tomando decisiones responsables.

 

Un ejemplo destacado es la empresa Unilever, que ha implementado un programa de formación en ética empresarial para todos sus empleados, lo que ha contribuido a mejorar la transparencia y la responsabilidad de la empresa.

 

Gobierno

El gobierno desempeña un papel fundamental como catalizador del ecosistema para el desarrollo de habilidades de liderazgo. Algunas acciones clave incluyen la financiación de la investigación y el desarrollo en áreas estratégicas como la tecnología, la salud y la educación, lo que impulsa la innovación y el crecimiento económico (Banco Mundial, 2023).

 

Además, el gobierno puede promover la colaboración público-privada mediante la creación de programas, incentivos y espacios de encuentro que faciliten la interacción entre las universidades, las empresas y las entidades gubernamentales. Esta colaboración fomenta el intercambio de conocimientos y la generación de soluciones innovadoras.

 

Por otro lado, el desarrollo de políticas que favorezcan el emprendimiento, como la implementación de marcos regulatorios flexibles, el acceso a financiación y programas de apoyo es crucial para fomentar la creación de nuevas empresas y el crecimiento económico (Global Entrepreneurship Monitor, 2023).

 

La triple hélice y el liderazgo transformacional

El modelo de la triple hélice, que involucra la interacción entre la universidad, la empresa y el gobierno, se configura como un marco dinámico para la formación de líderes transformacionales. Este enfoque holístico va más allá de la mera capacitación en habilidades directivas, al apuntar a la formación de líderes íntegros, capaces de navegar la complejidad del mundo actual y generar un impacto positivo en la sociedad.

 

La universidad, como incubadora de habilidades transversales, juega un papel fundamental en la formación integral de los futuros líderes. Implementar programas de aprendizaje experiencial, fomentar la interdisciplinariedad y crear espacios de innovación son estrategias clave para desarrollar habilidades como la adaptabilidad, la creatividad, el pensamiento crítico, la inteligencia emocional y la capacidad de trabajo en equipo.

 

La empresa se convierte en un laboratorio de liderazgo donde se ponen en práctica las habilidades adquiridas. La creación de una cultura de aprendizaje continuo, la implementación de programas de mentoring y coaching, y el fomento de la innovación y la colaboración son pilares para el desarrollo de líderes capaces de gestionar la complejidad, tomar decisiones responsables y construir equipos de alto rendimiento.

 

El gobierno, como catalizador del ecosistema, juega un rol crucial al invertir en investigación y desarrollo, promover la colaboración público-privada y desarrollar políticas que favorezcan el emprendimiento. Estas acciones impulsan la innovación, el crecimiento económico y la generación de empleos, creando un entorno propicio para el desarrollo del liderazgo transformacional.

 

El desarrollo de habilidades de liderazgo transformacional no es solo una necesidad empresarial, sino un imperativo social y ético para construir un futuro más sostenible y equitativo. Los líderes del mañana deben ser capaces de trascender los objetivos puramente económicos y asumir un enfoque general que integre valores como la ética, la responsabilidad social y el compromiso con el bienestar de las personas y el planeta.

 

La triple hélice, al involucrar a universidades, empresas y gobiernos, ofrece una oportunidad para cultivar un nuevo paradigma de liderazgo. Las universidades, como centros de conocimiento y pensamiento crítico, tienen la responsabilidad de formar profesionales con una visión global y una conciencia social profunda. Más allá de las habilidades técnicas, deben inculcar valores como la empatía, la inclusión y el respeto por la diversidad.

 

Las empresas, por su parte, deben evolucionar hacia modelos de negocio más sostenibles y éticos, donde el liderazgo transformacional sea el motor del cambio. Esto implica adoptar prácticas responsables con el medio ambiente, promover la equidad y la transparencia en todas las operaciones, y fomentar una cultura organizacional basada en el propósito y la integridad.

 

El rol del gobierno es fundamental para crear un entorno propicio para el desarrollo de este nuevo liderazgo. A través de políticas públicas visionarias, incentivos económicos y marcos regulatorios adaptados, los gobiernos pueden impulsar la transición hacia una economía más verde, inclusiva y justa. Además, deben promover la colaboración intersectorial y la participación ciudadana en la toma de decisiones.

 

La convergencia de estos tres actores clave no solo permite el desarrollo de habilidades de liderazgo, sino que sienta las bases para una transformación sistémica de nuestra sociedad. Los líderes del futuro no solo serán agentes de cambio en sus organizaciones, sino también catalizadores de un movimiento global hacia un mundo más sostenible, equitativo y pacífico.

 

Según Rodríguez, Pérez y González (2020), el 78% de los altos directivos considera que las habilidades relacionadas con el trabajo con propósito son fundamentales para el éxito en el mercado laboral actual. Por ello se advierte que el el verdadero éxito del liderazgo transformacional no se medirá únicamente en términos de resultados financieros, sino en su capacidad para inspirar y empoderar a las personas, construir comunidades resilientes y preservar los recursos naturales para las generaciones venideras. Es un llamado a trascender los límites tradicionales del liderazgo y asumir una visión más amplia y consciente de nuestro impacto en el mundo.

 

Referencias:

  • Asociación de Escuelas de Negocios de América del Sur (AMBA). (2023). AMBA Survey: Business Schools Adapting to the Changing World. Recuperado de https://www.amba.org/

 

  • Center for Creative Leadership. (2022). The impact of experience on leadership performance. https://www.ccl.org/

 

 

 

  • Etzkowitz, H., & Leydesdorff, L. (2000). The dynamics of innovation: From National Systems to Global Networks. London: Pinter.

 

 

  • Global Entrepreneurship Monitor. (2023). Global Report 2022/2023. Retrieved from

 

  • Harvard University. (2023). The impact of a transversal skills development program on undergraduate students' employability and job satisfaction. https://www.harvard.edu/programs/

 

 

 

 

 

 

 

 


   
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El modelo de la triple hélice, al involucrar a las universidades, las empresas y los gobiernos, ofrece una oportunidad sin precedentes para cultivar una nueva manera de liderazgo transformacional y hay la oportunidad de dar un enfoque holístico que transcienda la capacitación técnica y apunta a la formación integral de líderes conscientes de su impacto en la sociedad y el medio ambiente (Gómez y Sánchez, 2022).

Coincido en que, desde las universidades, como centros de conocimiento y pensamiento crítico, tenemos la responsabilidad de formar profesionales con una visión global y una conciencia social profunda. Más allá de las habilidades técnicas, deben inculcar valores como la empatía, la transversalidad y transdisciplinariedad, la inclusión y el respeto por la otredad.

Por su parte, las empresas deben evolucionar hacia modelos de negocio más sostenibles y éticos, donde el liderazgo transformacional sea el motor del cambio. Esto implica adoptar prácticas responsables con el medio ambiente, promover la equidad y la transparencia en todas sus operaciones, y fomentar una cultura organizacional basada en el propósito y la integridad. La implementación de programas de innovación y colaboración deberán ser los pilares fundamentales para el desarrollo de líderes capaces de gestionar la complejidad global y tomar decisiones responsables.

El rol del gobierno también es crucial para crear un entorno propicio para el desarrollo de este nuevo liderazgo holístico. A través de políticas públicas visionarias, incentivos económicos y marcos regulatorios adaptados, los gobiernos pueden impulsar la transición hacia una economía más verde, inclusiva y justa (Gómez y Sánchez, 2022). Además, deben promover la colaboración intersectorial y la participación ciudadana en la toma de decisiones.

La convergencia de estos tres actores clave no solo permite el desarrollo de habilidades de liderazgo transformacional, sino que sienta las bases para una transformación sistémica de nuestra sociedad. Los líderes del futuro serán agentes de cambio en sus organizaciones por ello, el verdadero éxito del liderazgo transformacional no se medirá únicamente en términos de resultados financieros, sino en su capacidad para inspirar y empoderar a las personas, construir comunidades resilientes y preservar los recursos naturales para las generaciones venideras.

Gómez-Miranda, O. M., & Sánchez-Castillo, V. (2022). La triple hélice como sistema dinámico para la generación de capacidades innovadoras en las MIPYMES. Gestión y Desarrollo Libre, 7(14).


   
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Mtro. Orlando Antonio Trujillo Rivera ofrece una perspectiva enriquecedora sobre el impacto del "trabajo con propósito" y el desarrollo de habilidades de liderazgo en el contexto de la triple hélice de universidades, empresas y gobierno. Sin embargo, me gustaría añadir una consideración crítica sobre la implementación y medición efectiva de estas prácticas dentro de las organizaciones.

Aunque el enfoque de la triple hélice es fundamental para fomentar el liderazgo transformacional, a menudo nos encontramos con que la teoría supera a la práctica en términos de integración y resultados tangibles. Las empresas y las instituciones pueden declarar su compromiso con el desarrollo de habilidades y el trabajo con propósito, pero sin sistemas robustos de evaluación del impacto, estos esfuerzos pueden quedarse en simples declaraciones de intenciones.

Por ejemplo, mientras que programas como el mencionado en Unilever son imprescindibles, la verdadera pregunta radica en cómo medimos su efectividad. ¿Cómo podemos asegurarnos de que estas iniciativas no solo mejoran la percepción de la empresa, sino que efectivamente transforman las prácticas de liderazgo y contribuyen al desarrollo sostenible?

Además, aunque el modelo de la triple hélice enfatiza la colaboración entre diferentes sectores, la experiencia muestra que a menudo hay un desfase en los objetivos y en la velocidad de implementación entre el sector público, el privado y la academia. La integración efectiva requiere no solo una visión compartida, sino también plataformas concretas de colaboración y mecanismos de rendición de cuentas.

Propongo la creación de un marco común de evaluación que permita medir de manera efectiva el impacto de los programas de liderazgo y de responsabilidad social en las empresas. Este marco debería incluir indicadores cualitativos y cuantitativos, revisados periódicamente para adaptarse a las cambiantes demandas del entorno laboral. Además, fomentar la transparencia mediante la publicación de resultados y estudios de caso detallados ayudaría a todas las partes interesadas a entender mejor los beneficios reales de estas iniciativas.

Por último, es crucial que el gobierno desempeñe un papel más activo no solo como facilitador, sino también como regulador y evaluador del cumplimiento de estas prácticas en el ámbito corporativo y académico. Esto garantizará que el compromiso con el liderazgo transformacional y el trabajo con propósito se mantenga sólido y alinee efectivamente las aspiraciones económicas con los valores éticos y sociales.

Mientras aplaudo la dirección y la visión presentadas por el Mtro. Trujillo, también abogo por un enfoque más estructurado y crítico en la aplicación y evaluación de estos programas para asegurar su efectividad y sostenibilidad a largo plazo, es cuanto.


   
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