Las escuelas de negocio tienen un papel estratégico en la promoción del crecimiento económico equitativo y sostenible mediante la formación de líderes con una visión empresarial alineada al vocacionamiento productivo de sus regiones y a los principios de la economía circular. Para lograrlo, es fundamental que estos centros educativos integren en sus planes de estudio contenidos y proyectos que fomenten el análisis del potencial económico local —reconociendo sectores con ventajas comparativas como la agricultura sostenible, el turismo responsable, la manufactura verde o las industrias creativas— y que propicien la innovación con impacto social y ambiental.
Asimismo, se propone impulsar la creación de incubadoras y laboratorios de emprendimiento orientados al desarrollo de modelos de negocio circulares, que reduzcan residuos, promuevan la reutilización de recursos y generen valor compartido. El vínculo con empresas, gobiernos locales y organizaciones comunitarias puede fortalecer una visión de desarrollo territorial basada en la colaboración y el aprovechamiento eficiente del entorno.
Además, al formar profesionales con pensamiento sistémico y conciencia ética, las escuelas de negocio pueden contribuir a la creación de políticas públicas y estrategias empresariales que equilibren crecimiento económico, inclusión social y sostenibilidad ambiental. De esta manera, se convierten no solo en centros de formación académica, sino en agentes activos para la transformación estructural de sus regiones.