Las universidades deben ser agentes de cambio ambiental porque hoy la educación superior tiene un papel crucial en la construcción de sociedades sostenibles, como reconoce la UNESCO en su Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Formar egresados conscientes del impacto ambiental de sus decisiones responde a la necesidad de desarrollar competencias para la sostenibilidad (UNESCO, 2020), como el pensamiento crítico, la responsabilidad ética y la innovación regenerativa. Además, en un contexto de emergencia climática global (IPCC, 2023), las universidades no solo deben transmitir conocimientos, sino formar líderes capaces de transformar los sistemas económicos y sociales hacia modelos resilientes y bajos en carbono. No actuar significaría perpetuar un modelo educativo desconectado de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo.