La transformación digital y la globalización han redefinido las dinámicas del entorno empresarial, generando nuevos desafíos éticos que requieren una formación más profunda y actualizada en las escuelas de negocio. La presente propuesta propone una estrategia integral para incorporar la ética empresarial como un eje transversal en la formación de profesionales, considerando los dilemas emergentes derivados de la tecnología y la interconexión global. La propuesta se fundamenta en tres pilares: actualización curricular, metodologías de enseñanza basadas en casos reales, y formación en competencias digitales y multiculturales con perspectiva ética.
La digitalización ha introducido tecnologías como el big data, la inteligencia artificial, el blockchain y las plataformas digitales, que si bien mejoran la eficiencia, plantean dilemas éticos importantes. Por ejemplo, la privacidad de los datos, la transparencia algorítmica, la manipulación de la información y el impacto en el empleo son cuestiones que requieren una reflexión ética profunda. Por otro lado, la globalización ha expandido los mercados y las operaciones de las empresas a contextos culturales diversos, lo cual genera desafíos en términos de justicia social, equidad laboral, cumplimiento normativo y responsabilidad con el medio ambiente.
Estas problemáticas ya no son periféricas, sino centrales en la estrategia empresarial, por lo que los profesionales formados en escuelas de negocio deben estar preparados para enfrentarlas desde una perspectiva ética sólida y actualizada.
La propuesta para integrar efectivamente la ética empresarial en la formación profesional se basa en tres ejes fundamentales:
a) Actualización curricular con enfoque ético-tecnológico
Es imperativo revisar y rediseñar los contenidos curriculares incorporando temas como ética en inteligencia artificial, ciberseguridad, responsabilidad en el uso de datos, sostenibilidad global, y diversidad cultural en contextos corporativos. Estos contenidos deben estar presentes no solo en asignaturas específicas de ética, sino también en cursos de marketing, finanzas, operaciones y estrategia.
b) Metodologías activas basadas en casos reales y dilemas contemporáneos
Se propone adoptar metodologías como el aprendizaje basado en problemas (ABP) y el análisis de casos reales para fomentar la reflexión crítica y la toma de decisiones éticas en contextos ambiguos. La colaboración con empresas para diseñar estudios de caso actualizados puede fortalecer esta dimensión práctica y realista.
c) Formación en competencias digitales y multiculturales con perspectiva ética
La formación ética debe ir de la mano con el desarrollo de competencias digitales y de inteligencia intercultural. Esto implica capacitar a los estudiantes en el uso crítico de tecnologías, la gestión responsable de equipos diversos, y la toma de decisiones en entornos globales con sensibilidad ética.
La implementación de esta propuesta requiere un compromiso institucional que trascienda el plano académico. Implica formar al profesorado en enfoques interdisciplinarios, fomentar la investigación en ética empresarial y tecnología, establecer alianzas con empresas para el diseño curricular, y crear espacios permanentes de reflexión como laboratorios de ética digital.
Actualmente el mundo empresarial es muy competitivo en muchos sentidos y ha dejado de enfocarse solamente en la actividad económica, puesto que ahora la sociedad es más crítica y consciente que antes respecto a los problemas que puede generar una compañía a la comunidad. Lo anterior ha hecho que las empresas den trascendencia a elementos más específicos respecto a cada uno de los procesos y áreas de su actividad en búsqueda de la excelencia y la calidad frente al ojo público; el buen nombre comienza a jugar un papel indispensable. Una de estas actividades y de las más conocidas es la implementación de ejercicios de responsabilidad social empresarial. Este es un término que abarca diversos puntos o dimensiones, como propone Vives: El externo, que contiene la relación de la empresa con la comunidad; El interno, donde incluye la relaciones laborales, la ética y el gobierno corporativo; y la Medioambiental, en la que se enfocan las acciones que reduzcan el impacto ambiental (Vives, 2018), pero cuyo fin es el mismo para todos: lograr una conducta ética en las actividades corporativas, también llamada “ética empresarial”. De esa forma, la preocupación por la Ética Empresarial radica en la demanda social ante las cotidianas acusaciones hacia las empresas que se consideran “inmorales”. Así, sus reflexiones se han orientado a evitar que se repitan estos hechos y promover una comprensión de su práctica en la organización empresarial (Martínez Herrera, 2011).